"El sacrificio es el precio de una vida luchando; la lucha es el alma de ser constante"(Lutxo Jaramillo)
A mi muy apreciado don Diego de la Caparrota. Desde ha algún tiempo no he podido dirigirme a vuesa merced, y no crea que por olvido o desidia, sino debido a la mucha faena que en este época se acumula, que ni tiempo para respirar queda, pues andamos ya de lleno enfrascados en la tarea "de la pelota". No piense que se trata de un juego, que no es así, sino que por esta tierra denominamos "pelota" al fruto que de la tápena sacamos, por tener éste forma de diminutas bolas. Como le digo, no resta tiempo para cartas, ni tan siquiera para el descanso. Antes de que esclarezca el día ya estamos de camino. Es un trabajo sumamente agotador, pues obligado es hacerlo bien en cuclillas, encorvado o de rodillas, como mejor el cuerpo aguante. A esto sumemos los innumerables pinchazos con los que la mata obsequia, llevando luego las manos como si fueran un acerico. Pero no todo es eso, sino que cuando ponemos fin a la labor y tratamos de volver al estado de "homo erectus", es cuando el cuerpo apenas responde, resultando casi imposible regresar a forma erguida. ¡Qué poco saben las gentes de la esclavitud del campo, don Diego! Y a todo esto cabe sumar el implacable Sol que nos castiga diariamente, pese a los sombreros que nos protegen y las "rempujas" que resguardan a las mujeres. Es ésta nuestra vida diaria, recorrer llanos, cerros, barrancos para intentar arrancar de la tierra el fruto que nos permita respirar, que alivie nuestra necesidad. Es el círculo de la vida que nunca mejora, que nunca cambia ni termina.
Como manifiéstole, en llegando este tiempo, todo el campo se asemeja a un gran hormiguero humano en el que nadie se para o entretiene por no desperdiciar ni un segundo. Pocas historias o anécdotas distraen nuestra atención, aunque es divertida la de una mujer (de éstas hay algunas) que anda de cumbre en cumbre, siempre con amenazas, con las más tremendas maldiciones e improperios, como loca, para que no le roben su tápena. Por tal motivo es conocida con el apodo de la "Tapanera" y su obsesión es espantar a quien tan siquiera se atreva a acercarse a sus propiedades. Dedíca todo su tiempo a esto, yendo siempre como perro tras la liebre, pero siempre localizada por las muchas voces que da, lo peor que puede hacer, pues unos por arriba, otros por abajo, otros al este y otros al oeste van sisándole el producto a la par que se divierten con sus exabruptos. Ella más se enfurece y ellos más le rapiñean la tápena. Valga esta anécdota sólo como parte alegre de un tiempo extremadamente extenuante.
Como manifiéstole, en llegando este tiempo, todo el campo se asemeja a un gran hormiguero humano en el que nadie se para o entretiene por no desperdiciar ni un segundo. Pocas historias o anécdotas distraen nuestra atención, aunque es divertida la de una mujer (de éstas hay algunas) que anda de cumbre en cumbre, siempre con amenazas, con las más tremendas maldiciones e improperios, como loca, para que no le roben su tápena. Por tal motivo es conocida con el apodo de la "Tapanera" y su obsesión es espantar a quien tan siquiera se atreva a acercarse a sus propiedades. Dedíca todo su tiempo a esto, yendo siempre como perro tras la liebre, pero siempre localizada por las muchas voces que da, lo peor que puede hacer, pues unos por arriba, otros por abajo, otros al este y otros al oeste van sisándole el producto a la par que se divierten con sus exabruptos. Ella más se enfurece y ellos más le rapiñean la tápena. Valga esta anécdota sólo como parte alegre de un tiempo extremadamente extenuante.
Una vez concluido la faena nos dirigimos a vender. Los compradores poseen cribas y romanas que estafan, y aquellos que vendemos hemos de estar en continua alerta porque el fiel de la romana no se incline en exceso hacia los peloteros, aunque siempre éstos "han de salirse con la suya" y hemos de aguantarnos por tal de recoger los cuatro duros que nos valdrá la cosecha del día, pero que viene a ser como un maná que nos sacará de no pocos apuros por un tiempo.
Y siempre lo mismo, mañana y tarde, sin gozar de otro descanso que el de mediodía, que para mi ni existe, pues en el campo es ésta la hora de la escuela en mayo y junio, para que así colaboremos al exiguo sustento familiar. Así se nace aquí, destinados al sacrificio permanente. Dicen que es el "Destino", aunque pienso que bien podríamos cambiar algo del mismo si en vez de resignación luchásemos por escapar de las garras de los que no dejan ni respirar.
Y hablando de sacrificios, aprovecho para remitirle un romance que lleva por título "SACRIFICIO", aunque nada tiene que ver con el que nosotros hacemos. Fue "La tía Habichuela", muy amante de estas historias, la que llegó una noche al lugar donde vendíamos la tápena. Ella siempre acude allí de visita, tras la cena, y hablome del mismo. "La tía Habichuela" es una mujer mayor, enlutada, como todas las mujeres mayores de aquí, siempre con su pañuelo negro cubriéndole la cabeza. Es viuda y creo que sólo tuvo un hijo y éste, al cumplir los veinte, marchose al Brasil, hace ya varios años. Después nada ha sabido de él. Es triste esto para una madre, ¿no cree, don Diego? Puede que sea éste el motivo de que sienta tan intensamente estas historias, pues es de esas personas que las cuenta como si de sí misma se tratase. Poco pudo referirme aquella noche acerca del romance ya que el cielo empezó a encenderse por una amenazadora "Partalobera" que avanzaba rápida. Hubimos de aligerar y marcharnos para que no nos alcanzase la tormenta. Unos días después acerqueme a por el romancillo y puso tanto sentimiento al leerlo que hasta lagrimeó y todo. A mi, la verdad, que parécenme todos iguales, y ni me conmueven, pues dudo de la verdad de lo que en ellos se cuenta. Pero no se preocupe su merced que no por ello dejaré de remitírselos, mientras los halle, para su fabulosa colección y para que vea qué es lo que mucho gusta y entretiene a las gentes de aquí.
Y hablando de sacrificios, aprovecho para remitirle un romance que lleva por título "SACRIFICIO", aunque nada tiene que ver con el que nosotros hacemos. Fue "La tía Habichuela", muy amante de estas historias, la que llegó una noche al lugar donde vendíamos la tápena. Ella siempre acude allí de visita, tras la cena, y hablome del mismo. "La tía Habichuela" es una mujer mayor, enlutada, como todas las mujeres mayores de aquí, siempre con su pañuelo negro cubriéndole la cabeza. Es viuda y creo que sólo tuvo un hijo y éste, al cumplir los veinte, marchose al Brasil, hace ya varios años. Después nada ha sabido de él. Es triste esto para una madre, ¿no cree, don Diego? Puede que sea éste el motivo de que sienta tan intensamente estas historias, pues es de esas personas que las cuenta como si de sí misma se tratase. Poco pudo referirme aquella noche acerca del romance ya que el cielo empezó a encenderse por una amenazadora "Partalobera" que avanzaba rápida. Hubimos de aligerar y marcharnos para que no nos alcanzase la tormenta. Unos días después acerqueme a por el romancillo y puso tanto sentimiento al leerlo que hasta lagrimeó y todo. A mi, la verdad, que parécenme todos iguales, y ni me conmueven, pues dudo de la verdad de lo que en ellos se cuenta. Pero no se preocupe su merced que no por ello dejaré de remitírselos, mientras los halle, para su fabulosa colección y para que vea qué es lo que mucho gusta y entretiene a las gentes de aquí.
Siempre a su servicio
El Candil de la Fuentecica.
SACRIFICIO
En una calle en Madrid
que allí nadie transitaba
a un hermoso perro vi
que a un pequeño acariciaba.
El animal con instinto
de vez en cuando ladraba
para ver si alguien le oía
y a aquel pequeño amparaba.
El fiel animal comprendió
al ver que nadie le oía
que "arrañando" en una puerta
alguien le contestaría.
Se ha metido en un portón
por su instinto llevado
empezó a "arrañar" la puerta
hasta que salió un criado.
Pero al notar que era un perro
lo ha querido castigar
el perro se metió corriendo
y el buen criado detrás.
Pero al llegar junto al niño
quedó el criado asombrado
al ver a un niño tan lindo
que se hallaba abandonado.
Cogió al niñito en sus brazos
en su abrigo lo envolvió
y gozando de contento
se lo llevó a su señor.
Mire señor que angelito
que me acabo de encontrar
que su madre hizo el delito
de tirarlo sin piedad.
El caballero le dice
mostrando su indignación
ve y déjalo donde estaba
que lo críe otro y no yo.
El criado le contesta
estrechándolo en sus brazos
todo el mundo lo desprecia
pero yo con mi pobreza
juro ante Dios de criarlo.
Deme usted señor mi cuenta
que yo a mi casa me marcho
ya que me encontré este niño
no volveré a abandonarlo.
Cuando el criado salía
con el niño entre sus brazos
la hija del caballero
estas palabras ha hablado:
"Haz por criar a ese niño,
de tu lado no lo apartes,
que yo te daré dinero
para que puedas criarle."
El niño bien se criaba
y hasta un ama le pusieron
gracias a lo que le daba
la hija del caballero.
Pero al cabo de algún tiempo
se dio cuenta el caballero
y gobernó de llevarse
a su hija al extranjero.
Al poco tiempo al criado
se le terminó el dinero
y tuvo que colocarse
en un hospital de enfermero.
Ya el niño fue mayorcito
y se lo llevó con él
y atendía a los enfermos
como no había quien.
Cuando los médicos vieron
a la inteligente criatura
se lo llevaron con ellos
y hasta ayudaba a hacer curas.
Cuando los médicos vieron
la inteligencia tan grande
lo meten en un colegio
a estudiar de practicante.
Era tanto su talento
que el gobierno lo eligió
y le dieron por empleo
practicante en un vapor.
En uno de los viajes
que de América venía
se les formó una tormenta
que creyó que se hundía.
Con las fuertes sacudidas
que el barco de continuo daba
hubo varios pasajeros
que a los golpes se lisiaban.
El muchacho siempre estaba
adonde más falta hacía
atendiendo a los enfermos
con sin igual valentía.
Se metió en un camarote
a atender a una señora
que se hallaba trastornada
hacía ya varias horas.
La tormenta iba pasando,
la señora mejoró
al llegar el practicante
estas palabras le habló:
"Quiero confiarle a usted
un importante secreto
porque me encuentro tan mal
que parece que me muero.
Quiero que vaya a Madrid,
a calle de Santa Isabel,
allí vive Sebastián Serrano
criado mío que fue.
Ese tiene un hijo mío
que mi padre lo tiró
por no verse en la vergüenza
y ese hombre lo crió.
Dale un abrazo muy grande
dile que me acuerdo de él,
y dile que me perdone
que mi riqueza será de él."
El muchacho trastornado
dijo a la señora así:
"A ese hombre lo conozco,
es quien me ha criado a mí.
Por tanto usted es mi madre,
madre de mi corazón,
haré por ponerte buena
que ya tienes mi perdón.
Mas nunca abandonaré
a ese hombre tan honrado
que con tantos sacrificios
y con penas me ha criado."
"Hijo de mi corazón,
por eso no tengas pena
lo tendremos con nosotros
como si tu padre fuera."
Ya se le acabó la pena
a quien tanto había sufrido
que por culpa de su padre
tuvo a su hijo perdido.
Tales cosas, señores,
no se deben de dudar
que aún quedan muchas criaturas
de padres abandonadas.
Autor: desconocido Imprenta: Lourdes
NOTA: se respeta el texto original en contenido y forma.
GLOSARIO:
Tarea de la pelota: trabajo que se realizaba desde mayo a mediados de julio y que aportaba una ayuda considerable a la economía familiar en gran parte de la provincias de Almería, Granada y Murcia.
Acerico: almohadilla para clavar en ella alfileres y agujas.
Homo erectus: grupo de la especie humana que vivió entre un millón ochocientos mil años y trescientos antes de ahora. Se considera que fueron los primeros en tener postura erguida. Pithecanthropus erectus (hombre-mono erguido). Se conoce popularmente como "hombre de Java" (Indonesia)
Sombrero de paja: sombrero de paja de palma trenzada muy usado en época de verano.
Rempuja: sombrero de paja de ala ancha usado por las mujeres en la provincia de Almería y limítrofes.
Exabrupto: Salida de tono, respuesta descortés e insolente. Brusquedad, insolencia, incorrección.
Criba de tápena: objeto circular o rectangular con laterales de madera y con base metálica agujereada para el paso de la tápena.
Romana: La romana (el lat. [statera] romāna) es un instrumento que sirve para pesar, compuesto de una palanca de brazos muy desiguales, con el fiel sobre el punto de apoyo. El cuerpo que se ha de pesar se coloca en el extremo del brazo menor, y se equilibra con un pilón o peso constante que se hace correr sobre el brazo mayor, donde se halla trazada la escala de los pesos. (Wikipedia)
Salirse con la suya: expresión popular equivalente a "imponer la voluntad sobre algo"
Duros: moneda española equivalente a cinco pesetas. Era tan popular en el habla como la misma peseta y de él hubo billetes y más tarde monedas, hasta la llegada del Euro.
Partalobera: denominábamos así en ciertas zonas del término municipal de Albox a tormentas que tenían su origen en la sierra de Partaloa. Solían ser frecuentes en aquel tiempo. Ahora no suelen producirse.
"Arrañando": deformación del término "arañar". Rayar, raspar, rascar.
Izquierda: plato con tápena Centro: criba Derecha: barco a vapor
Izquierda: sombrero de paja Centro: rempuja Derecha: romana