A mi mentor y protector don Diego de la Caparrota. Mi querido señor don Diego, pasa el tiempo y no llegan noticias de vuesa merced. Nosotros andaríamos anclados en la monotonía si no fuese porque, en llegando las fiestas de Carnaval, tórnase el ambiente en festivalero y desenvuelto, teniendo mucho de mundano, locuaz y descaradamente carnal. La sempiterna lucha entre la carne por imponer sus pasiones y el espíritu por reprimirlas, hácese presente en estas fechas más que en ningunas otras. Viniendo a cuento de esto, referirele algo que me ruboriza, pero que sólo a vos seré capaz de contar. Aconteciome años atrás y fue en uno de los tantos acompañamientos que he hecho a mi tía Ana. Todo ocurrió en una visita que hiciéramos a una joven en Cuevas de Zújar y que, en breve, habría de partir hacia la Argentina. Fue ello con el fin de hacerle encomienda de un pequeño encargo para entregar a una hermana en aquel país.
Una vez llegamos al pueblecillo, dirigimosnos a una pequeña vivienda cueva en la que habitaba Lucía, -éste es el nombre de la joven-, la cual asombrose y alegrose, por igual, de nuestra llagada. Pareciome la chica la imagen misma de Venus, por su cuerpo divino, rostro de belleza incomparable, tez blanca, ojos negros como la broneta y pelo castaño, ligeramente ondulado. Pienso que ni el mismo Praxiteles se atrevería a esculpir tal imagen, por ser inalcanzable. Debía andar por no más de unos veinte años. Mi tía es conocida suya y amiga fue de sus padres, los cuales habían fallecido en Aragón, por más decir, en Zaragoza, según manifestó la joven. Ella había llegado a Zújar por tener familiares en dicha localidad, pero era tan precaria su situación y tan desesperanzado su porvenir que tenía decidido emigrar con otros parientes al ya mencionado país de América.
Así que fueron los saludos, pasaron ellas la tarde charlando de unas cosas y otras y, ya avanzado el día, llegó un momento que jamás olvidaré y, de no ser efímero todo lo humano, habría querido fuese eterno. Sacó primero la joven unos romances que en la lejilla de la cocina había. Tomome luego en su regazo, y allí, en su halda, pegado a su pecho, con su resuello humedeciendo mi colodrillo, al ritmo lento del vaivén que su respiración producía en su vientre, fui leyendo, en voz alta, algunos de aquellos papeles. Pidíeronme que lo hiciese por la enorme gracia que les producía el que, a mi corta edad, imitase a los romanceros. Mejor habría deseado hacerlo aun y que no hubiese llegado jamás el fin de aquella lectura, por el feliz estado en el que encontrábame. Suplicome luego mi tía les recitara unas cancioncillas que ella me había enseñado y que yo hice con mucho agrado y el desparpajo que pude. Dicen así, don Diego:
Niña, ya debes casarte Si usted me diera palabra
que se te pasa el centeno, de ser fino segador,
que tienes una cañada entraría en mi cañada
que yo de balde la siego. segando a ras de terrón,
Si quieres vengo mañana. trigo, centeno y cebada.
Con las mismas crecieron risas y vaivenes, siendo agasajado por los comentarios de ambas, pero fue lo más importante para mí aquel extraño sentir, jamás conocido y, a fe mía, lujurioso, pues hervíame la sangre y era tan excitante que conmigo llevarelo hasta el final de mis días. Y no acabose todo en eso, pues sepa su merced que hubimos de dormir los tres en un pequeño catre, con colchón de perfolla, ya que otra cama no había. Pusieronme en medio de ambas y confiésole que no sé si dormí o sólo fue un sueño lo mío. Abraceme a Lucía y soñaba flotar con ella más allá de los mares. Mi cuerpo temblaba, no sé si de emoción, de pasión o de fiebre, al contacto con el suyo, con su pecho, con su vientre, con sus piernas. Es esto pecado, ¿verdad, don Diego? Mi espíritu anda turbado por no saber si eludiré los rigores del infierno, pues para mi abuela y para la religión no escapan de él aquellos a quienes cosas así acontecen. Dígame su merced lo que piensa y si habrelo de confesar, pues no sé si fue culpa lo mío, y ando llevando esta carga demasiado tiempo. Suplícole me aclare esta duda que me confunde y perturba. A mi abuela no podría contarlo, pues su condena sería implacable. Para ella y para los curas sólo ésto es pecado y no tanto otras maldades que en el mundo se cometen.
Direle que así que llegó la mañana siguiente, debimos retornar. Era aquel día martes de Carnaval y, en llegando a Albox, se apreciaba por doquier la algarabía de las máscaras, la música, las risas, las extravagancias y cómo en el ambiente flotaban sensaciones y pasiones que en tan sólo unos días la Cuaresma curaría o, al menos, sí que aplacaría. Somos humanos, mi señor. Nada tenga en cuenta a este su humilde servidor, ayúdele con su sabiduría y discreción a salir de la tenebroso desconcierto en el que se halla, y no deje de leer este bello romance con el que Lucía me obsequió.
Siempre suyo
El Candil de la Fuentecica
EL SECRETO DE MARI
Sufrimiento de una joven que por salvar la honra de
su madre tiene que pasar por madre siendo virgen.
Pongan atención señores
que les vamos a explicarel caso más admirable
que soñó la humanidad.
De una joven y su madre
que vivían desahogadas
porque el padre siempre estaba
de viaje por el mar.
Era capitán de un barco
dedicado al bacalao
y echaba largos meses
por los mares alejado.
La esposa que conservaba
su juventud y su belleza
un caballero muy rico
por la mujer se interesaba
y a fuerza de muchos golpes
las piedras son quebrantadas.
Esta mujer con el tiempo
del amor y la vergüenza
despierta su corazón
y a su hija santa y buena
así el caso le explicó.
Ella con lágrimas le dice
yo me voy a ir de aquí
porque no quiero que mi vergüenza
caiga en tu padre y en tí.
Y la hija le contesta
de mi lado no te irás
que Dios como poderoso
todo lo puede arreglar.
Ya transcurrieron los meses
y el 22 de septiembre
tuvo un niño tan hermoso
que daba gozo de verle.
Cuando pasaron tres días
que el niño en el mundo estaba
recibieron la noticia
de que su marido llegaba.
Cuando tuvo la noticia
esta madre con dolor
con su hijo en brazos quiso
tirarse por el balcón.
Pero le dice la hija
entra en el deber y el amor
yo diré que el niño es mío
y así se salvará tu honor.
Llegó el padre y vio al niño
en los brazos de su hija
al enterarse la echó
como una cosa maldita.
Segunda parte
Quiero que de aquí te vayas
que me has echado un borrón
has deshonrado mi casa
y no mereces mi perdón.
Y se marchó de su casa
llevando al niño en los brazos
con qué dolor pediría
leche para alimentarlo.
Y al enterarse su novio
él también la maldecía
siendo la joven tan virgen
poco menos que María.
Transcurrieron varios días
de fatigas y dolor
y en la orilla de un camino
trastornada se quedó.
Al poco pasaba un coche
paró y los recogieron
al hospital provincial
a los dos me los metieron.
El niño lo alimentaron
y ella también mejoró
por obra de caridad
de enfermera se quedó.
Transcurrieron varios meses
un día una señora entraba
enferma de gravedad
que salvarla no contaban.
Pero al verla la enfermera
un grito al cielo exclamó
y la besaba diciendo
madre de mi corazón.
El padre estaba presente
el novio y varios amigos
viendo el cuadro de dolor
y de amor enternecido.
La pobre había enfermado
del mismo remordimiento
y todo lo descubrió
en los últimos momentos.
Decir donde está mi hijo
y la hija se lo entregó
y cuando lo había besado
le entregó su alma a Dios.
Le dijo el novio a su madre
yo me casaré con ella
que por salvar a su madre
ha pasado por mala ella.
Nos llevaremos al niño
y en nuestra casa se cría
y le diremos que es el hijo
del secreto de María.
FIN
Composición y letra de Francisco Martínez.
GLOSARIO:
Vivienda cueva: en esta zona de Andalucía hay poblaciones que tenían y aún tienen viviendas excavadas en cerro o montaña.
Leja de la cocina: pequeña repisa que se suele situar sobre la cocina de la chimenea y en la que se colocan pequeños objetos, decorativos o domésticos.
Praxiteles: (griego antiguo: Πραξιτέλης) de Atenas, hijo de Cefisodoto el Viejo. Fue el más renombrado escultor clásico ático del siglo IV a. C.
Broneta: es conocido en este lugar como color negro intenso. Aparece en la ley promulgada por las Cortes de Valladolid de 1258 así "...que nengun escudero non traya peña blanca, nin calzas de escarlata, nin verde, nin broneta, nin pres, nin morete, nin lorange, nin rosada..."
Regazo: halda. Parte del cuerpo entre la cintura y las rodillas al estar sentada una persona
Halda: regazo de la persona
Resuello: aliento, respiración.
Colodrillo: Parte posterior e inferior de la cabeza. Zona del cuello junto a la nuca.
Desparpajo: suma facilidad y desenvoltura en el habla o en el comportamientro.
De balde: hacer algo totalmente gratis.
A ras de terrón: a ras de suelo. Junto al suelo, pegado al suelo.
Lujurioso: lascivo, concupiscente, ardiente, erótico.
Catre: Cama estrecha y ligera, en general para una sola persona. Solía tener patas de madera y el somier era de trenzado de soga de esparto o algún otro material.
Colchón de perfolla: hoja seca que envuelve la panocha o mazorca del maíz o panizo. Solía usarse como relleno de colchón.
Algarabía: griterío confuso de varias personas que hablan a un tiempo. Palabra cuya etimología se relaciona con el árabe "al‑ arabiyya", que, en principio significó "lengua árabe"
Echar un borrón: aquí aparece con el significado de echar una mancha o deshonra en la familia.
Izquierda: viviendas-cueva. Derecha: mujer con niño en el halda
Izquierda: cocina-chimenea con leja Derecha: imagen de carnaval
Izquierda: catre Derecha: imagen de don Carnal y doña Cuaresma