El humor y la fiesta revelan que hay siempre una reserva de sentido que todavía nos permite vivir y sonreír. (Leonardo Boff)
Mi señor don Diego de la Caparrota, este su pupilo ha sentido gran satisfacción al leer su misiva en la que dice hallar abundantes historias, cuentos y leyendas que ir agregando a su ya extenso repertorio y ruégame encarecidamente le traslade algunas de las que por aquí se escuchan, a la vez que le refiera cuáles sean las costumbres más usuales en estas prodigiosas fechas. Le diré, mi señor, que son especiales, pues las calles mismas delatan la cercanía de la fiesta y nótase sobremanera por el aroma característico del frangollo, consistente éste en los muchos y muy variadas dulces y tortas de navidad que, en un ajetreo constante, las mujeres llevan y traen hasta el horno en el que las cuecen. Es un ir y venir permanente, y niños y mayores empiezan ya a disfrutar de lo lindo con el preludio de la fiesta. Fuera como si de golpe se produjese un estallido de alegría desbordante, de esperanza, de sueños que habían permanecido ocultos el resto del año. Contágiase todo de este entusiasmo envolvente mientras dura las fiesta que, como bien sabe su merced, ha de alcanzar hasta Reyes.
En este tiempo el mismo trabajo se paraliza o aletarga, y pienso que hasta los animales colaboran en ello no exigiendo demasiado a sus dueños. El bullir de las gentes sólo se ve en las reuniones familiares, en los juegos de niños o en los de mayores. Enzárzanse éstos en juegos varios, siendo los más frecuentes los de cartas. Los niños, con su griterío, alegran y ensordecen la calle divirtiéndose con mil juegos diferentes.
Llegada la noche, suelen mozos y mozas acudir a los bailes que siempre se hacen en casa de algún vecino, siendo allí donde pueda que surja alguna parentela. Pero eso sí, mi señor don Diego, las mozas nunca líbranse de la carabina de la madre que, como buena guardiana se colocará sentada junto a la pared, comadreando con otras, a la vez que sometiendo los bailes de la hija a una severa y estrecha vigilancia. Y son, mi señor, las Cuadrillas de Ánimas o algún acordeonista, quienes amenizan muy alegremente la velada, prolongándose ésta casi hasta llegada la madrugada. Tampoco escasean, don Diego, las reuniones de familiares y amigos en torno a la lumbre, siendo aquí donde las más bellas historias van haciendo su aparición. Y hablando de historias, relátole una que paréceme encantadora y que contóme mi madre mientras esperábamos el cocimiento del amasijo, ha sólo unos días. Así que diríase que también es de reciente hornada. Trátase del malvado “Hombre del Saco”, de quien, a buen seguro, habrá oído hablar. Y ya de seguido he de pasar a preparar otros relatos que sírvanle de información sobre costumbres en esta villa y de historias que han de recrearle su tiempo de ocio y descanso.
Eternamente agradecido
El Candil de la Fuentecica
EL CUENTO DEL PERAL
Había una vez un matrimonio muy pobre, muy pobre que tenía tres hijos, dos niños y una niña. Un día los mandaron al monte a por leña, para venderla en la aldea y así ir sacando algo para el sustento ya que ni para comer tenían.
Los niños, tal y como les habían mandado los padres, se marcharon a un cerro lejano, lejano, pero en el que había muchos árboles, muchas bojas y muchas albaidas con las que poder hacer un hacecillo en poco tiempo y así regresar antes a casa, ya que era invierno, el frío arreciaba y pronto se echaría la noche encima.
Estaban ya los tres hermanicos preparando el hacecillo cuando apareció un hombre muy malo al que todos conocían como el “Hombre del Saco”. Y es que llevaba un saco en el que metía a los niños para después llevarlos por casas, mercados y ferias.
Los tres echaron a correr todo lo que podían. Pero la niña podía menos ya que estaba cojica y a malas penas avanzaba atropelladamente, pues se resbalaba a cada paso. Sus hermanos ni siquiera miraron para atrás, y ellos trataron de salvar su pellejo, sin pensar en la hermanica y se subieron en un peral que hallaron en su carrera. Así que el hombre en un momento alcanzó a la niña y la metió en su saco. Se la llevó muy lejos, muy lejos y cuando llegaba a una casa para pedir limosna, o a una plaza o a un mercado, decía:
-¡Señoras y señores, grandes y chicos, miren y escuchen lo que llevo aquí! Ya verán como mi saquico canta. Pero antes deben darme comida y dinero.
-Vale-, le contestaban-. pero sólo se lo daremos si primeramente oímos lo que lleva.
Entonces él cogía un gran palo que llevaba y dando golpes en el saco, decía:
“Canta, cojica, canta,
que si no te doy con la palanca.
Canta, cojica, canta,
que si no te doy con la palanca.”
Eso es lo que hacía el Hombre del Saco una y otra vez y, claro, la niña, que no tenía más remedio que cantar para no morir apaleada, cantaba diciendo:
“Malditos sean mis hermanos,
que en el peral se han subido
y en llagando El tío del Saco
en su morral me ha metido.”
Así, siempre de un lado para otro, iba pidiendo limosna y la gente se la daba, no pensando nunca en que pudiera ser una niña lo que en el saco había. Cuando ya había andado por todos los cortijos de la zona y sacado mucho dinero en limosnas, decidió ir al pueblo más cercano. Al llegar, se fue derecho a la posada y pidió hospedarse aquella noche. Una vez que los posaderos le asignaron el lugar en el que podría dormir él pensó ir a la taberna, dejando el saco en un rincón de la posada.
Llevaba un buen rato el saco allí y los posaderos y sus hijos no le quitaban ojo, pues el saco no paraba de moverse. Tan ansiosos estaban por saber qué habría dentro que decidieron abrirlo antes de que el hombre volviera. La sorpresa, al ver a una niña rubia, preciosa, fue tan grande que quedaron completamente mudos, sin habla. Cuando ya reaccionaron, le preguntaron a la niña por qué estaba allí y ella les contó todo lo que había pasado y cómo el hombre la amenazaba para que no dijera nada. Los posaderos no sabían qué hacer para librarla de semejante monstruo. Lo único que se les ocurrió, pues aún era de día, fue mandar a sus hijos al campo a cazar todo tipo de bichos, como culebras, alacranes, ratas, lagartos,… para meterlos en lugar de la niña. Y así lo hicieron, poniéndola a salvo a ella.
Al día siguiente el hombre se echó el saco a cuestas y emprendió la marcha para ir de un lado a otro, de puerta en puerta y de mercado en mercado nuevamente. Al llegar a la primera puerta, empezó a dar golpes al saco y,…¡para qué contar cómo se pusieron todos aquellos bichos de revolucionados y rabiosos! Él, que no había descubierto aún la trampa que los posaderos le habían hecho, decía dando palos y más palos:
“Canta, cojica, canta,
que si no te doy con la palanca”
Canta, cojica, canta,
que si no te doy con la palanca.”
Pero, ¡que si quieres!, pues de allí lo único que salía eran silbidos y ruidos estruendosos que ponían los pelos de punta, y el saco hasta se movía solo del mucho alboroto que se formó dentro. Ante aquel desconcierto, no se le ocurrió al hombre otra cosa que abrirlo y eso fue su perdición, pues toda aquella multitud de pequeñas fieras se abalanzó sobre él y lo mataron, mordiéndole y picándole por todas partes.
Mientras, los pasaderos buscaron a los padres de la niña, que era de un lugar muy remoto y se la entregaron sana y libre de aquel ser malvado que había sido “El Hombre del Saco”. Y en adelante,… todos fueron felices, felices y comieron perdices, y a mí no me deieron porque no quisieron.
GLOSARIO:
Pupilo: protegido, alumno, discípulo
Frangollo: así se denominaba al amasijo de dulces navideños en esta zona de Andalucía
Torta de Navidad: es un pan de aceite. Está elaborada con harina, aceite, azúcar, granos de matalauva y hay quienes le ponen algo de patata cocida.
Ajetreo: trajín, movimiento, trabajo, ir de un lado para otro sin parar.
Preludio: anticipo de algo. Lo que antecede.
Bullir: movimiento de un lado para otro de personas o animales.
Brisca, julepe, “subastao”, tute, truco, ronda, relinchón: diversos juegos de cartas con la baraja española.
Carabina de la madre: las madres solían ir, como si fuesen una escopeta, al lado de las hijas para controlar todo lo que hacían y con quién.
Cuadrillas de Ánimas: antiguos grupos musicales en algunas parroquias que en Navidad tocaban villancicos, pedían el aguilando (o “Aguinaldo”) y también hacían bailes durante las noches. Generalmente eran bailes subastados y el dinero obtenido pasaba a beneficio de la parroquia. (En esta zona a la Navidad se la conocía con el nombre de Pascua de Navidad)
Amasijo: consiste en amasar y poner las cosas necesarias para ello.
Cerro: monte bajo, de no mucha altura
Boja: denominación común que se da a varias matas semileñosas de monte bajo
Albaida: Planta de la familia de las Papilionáceas, (Anthyllis cytisoides ) de seis a ocho decímetros de altura, muy ramosa, con las ramas y las hojas blanquecinas y flores pequeñas y amarillas que se abren en la primavera.
Hermanico: es un diminutivo cariñoso de hermano. La terminación “-ico” es de origen aragonés y es de uso frecuente en esta zona. Ello es debido a la repoblación tras la reconquista.
Hacecillo: es un diminutivo en tono afectivo de haz. Es un sufijo “-illo” de gran uso en Andalucía.
Morral: saco o mochila que usan los cazadores,soldados o pastores para echar la caza,llevar provisiones o transportar alguna ropa.
Taberna: Una taberna es un establecimiento de hostelería de antigua tradición, que sirve comida y bebida. Son típicas y famosas las tabernas vascas.
Cortijo: casa típica andaluza de campo.
Taberna: Una taberna es un establecimiento de hostelería de antigua tradición, que sirve comida y bebida. Son típicas y famosas las tabernas vascas.
Cortijo: casa típica andaluza de campo.
Posada: hospedería, mesón, fonda, albergue en un camino o población.
Bicho: alimaña, animal pequeño y generalmente dañino.
Limosna: donativo, ayuda que se da a un pobre o a la Iglesia.
Culebra: serpiente pequeña, generalmente no dañina.
Alacrán: arácnido con cuatro pares de patas y la parte posterior en forma de cola que acaba en un aguijón venenoso. (Escorpión)
Echar a cuestas: cargar algo a la espalda
Ponerse los pelos de punta: ponerse el vello erizado por miedo, sobresalto o situación impactante.


Arriba izquierda: tortas de Navidad Arriba centro: Cuadrilla de Ánimas
Arriba derecha: juego de cartas
Abajo izquierda: cortijo Abajo centro: albaida
Abajo derecha: posada
Arriba izquierda: tortas de Navidad Arriba centro: Cuadrilla de Ánimas
Arriba derecha: juego de cartas
Abajo izquierda: cortijo Abajo centro: albaida
Abajo derecha: posada
Me viene a la memoria de tiempos muy lejanos ese mismo cuento que yo tenía olvidado.Me lo contaba mi abuela.
ResponderEliminarLa niña fue a por leña con sus hermanos y perdió una pulsera.Se volvió a por ella, se hizo de noche en el bosque.
El viejo la metio en el saco y le decía:
"Canta potranca
que te doy con la palanca"
Y la niña nrespondía cantando:
"Este picaro viejo
me ha metido a mi aquí
por una pulserita
que dse mne ha perdido a mi"
Eso mismo cantó cuando el viejo dejó el saco abandonado en la posada.
El saco se lo llenarod de mierda no de animales.
El fracaso fue sublime y oloroso.
¡Qué recuerdos! ¡Mi abuela también me contaba la versión de la "pulserita" con el mismo final! Todavía suena en mi cabeza el tono de la canción que recuerdo con mucha nostalgia y cariño. Tanto a mis hermanos como a mi nos encantaba escucharlo y nos causaba mucha risa el desenlace. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Verónica, por seguir este blog. Me alegra que "El cuento del peral" te haya ayudado a rememorar tiempos pasados, y más cuando éstos son de feliz recuerdo.
EliminarEstuve recopilando aquellas narraciones que también a mi, durante mi niñez, me hicieron feliz e hicieron desbordar mi imaginación. Esto es lo que pude recoger y, por supuesto, creí que debí hacerlos volar, ahora que es posible, a través de este medio.
Un abrazo
Muchas gracias, Verónica, por seguir este blog. Me alegra que "El cuento del peral" te haya ayudado a rememorar tiempos pasados, y más cuando éstos son de feliz recuerdo.
EliminarEstuve recopilando aquellas narraciones que también a mi, durante mi niñez, me hicieron feliz e hicieron desbordar mi imaginación. Esto es lo que pude recoger y, por supuesto, creí que debí hacerlos volar, ahora que es posible, a través de este medio.
Un abrazo
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